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Las mil y una noches..


Marruecos es impresionante.

Los colores, sonidos, su gente, la arquitectura, todo, absolutamente todo, es vibrante.

Tan pronto llegas a éste maravilloso país te transportas a otra época y dimensión. Parece una película antigua, sobre todo en sus lugares más tradicionales.

Era la segunda ocasión que visitaba el país y optamos por volar de París a Rabat. Como ya conocía el proceso de elegir un taxi al salir del aeropuerto (te abordan y te quieren cobrar una fortuna) decidí reservarlo directamente del riad donde nos hospedaríamos. En un Mercedes "vintage", de esos que te transportan a las películas estilo Hotel Rwanda inició nuestro trayecto pasando por vialidades modernas, construcciones de primer mundo e iluminación LED hasta adentrarnos prácticamente a una "zona de guerra" para llegar a nuestro destino : el Riad Meftaha. De todos los lugares en los que nos quedamos, éste fue por mucho mi favorito. Desde la puerta de entrada hasta las atenciones del staff hicieron de nuestra estancia unos días memorables. Los colores en la habitación eran impresionantes, un olor tan peculiar a argán/azahar que te harán recordar Marruecos para siempre (está en todos lados), el delicioso té, las flores de bienvenida recién cortadas, el árbol de Naranjo en el patio central, los desayunos con fruta fresca, su terraza de las mil y una noches, es sin lugar a duda un sitio a recomendar.

Desayuno Riad Meftaha

Rabat es la capital de Marruecos y marca claramente la diferencia entre la pobreza de unos y la opulencia de otros. Es una ciudad amurallada y dentro ella , está el Rabat antiguo rodeado de la medina, palmeras, mezquitas, burros y muchísima gente. Aquí todos venden todo por unos cuantos dirhams. Fuera del límite de la muralla, es el desorden medio organizado pero empiezas a ver algo más de civilización. Lo mejor es iniciar el recorrido de la ciudad del lado moderno, donde está el Mausoleo de Mohammed V, que está dedicado al rey con el mismo nombre y sus dos hijos : Hasán II y Mulay Abdellah. Fue construido entre 1961 y 1971.Llaman la atención los guardias que literal solo están para resguardar la tumba del rey. Ahí mismo, están las ruinas de la torre Hasán, misma que pretendía ser la mezquita más grande del mundo pero sus obras fueron interrumpidas.

Mausoleo Mohammed V

Caminando solo unos pasos te encuentras con el río lago que separa a Rabat de Salé, donde puedes ver a gran cantidad de pescadores así como pequeñas barcas que por muy pocos dirhams te llevan de un extremo al otro.

Siguiendo la par del mar, llegas a uno de los sitios más bonitos de Rabat: la Kasbah des Oudaias. Es una de fortaleza que servía de protección y vigilancia, siendo ahora una zona residencial y es considerada World Heritage. Es una especie de laberinto con casas sin la más mínima separación pintadas todas de azul y blanco, donde también te puedes encontrar con alguna mezquita y unos jardines preciosos. Te sientes dentro de una película y te topas con destellos de arquitectura realmente hermosos. Te recomiendo te aventures y recorras sus callecitas sin un "guía" ya que lo que pretenden es que te pierdas unos minutos y cobrarte por llevarte a la salida (lo querrán hacer rápidamente para pescar otros clientes). Quisiera decir cómo llegar a su parte más alta pero simplemente llegamos y la verdad las vistas son espectaculares, además de que impresiona muchísimo ver el cementerio musulmán justo a las faldas de la fortaleza.

Si continúas adentrándote en la locura de Rabat, la medina es una de las más antiguas de Marruecos. Comparada con la de Marrakech queda a deber un poco, pero la sensación de incertidumbre al no poder ubicarte es algo que se debe experimentar. Cuando logres salir de la medina, encuentras la Avenida Mohammed V, que es una de las calles principales de la ciudad la cual luce muchísimo con sus palmeras y edificios emblemáticos como la Universidad y la estación de trenes de Rabat. Rabat es una ciudad memorable y puede ser un buen primer contacto con el país previo a la aventura con la que te puedes topar en Marrakech. Encontrarás infinidad de detalles arquitectónicos y elementos con tanta historia que definitivamente te transportarás a otra época. Vale la pena pasar ahí un par de días y disfrutar un Marruecos más tradicional y acogedor, ya que su gente es sumamente servicial y amable.


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